La matriz de hábitos y resultados puede ayudarte a entender por qué, a pesar de esforzarte, no avanzas como te gustaría.
¿Sientes que trabajas mucho pero no avanzas como te gustaría?Es una sensación común, especialmente al empezar septiembre con nuevas metas, propósitos y energía renovada. Sin embargo, lo que muchas veces pasamos por alto es que los resultados que obtenemos no dependen únicamente de nuestras metas… sino de nuestros hábitos diarios.
Aquí es donde entra en juego la matriz de hábitos y resultados, una herramienta sencilla pero poderosa que te permite visualizar cómo tus acciones diarias influyen directamente en los resultados que ves en tu vida personal, académica y profesional.
La matriz de hábitos y resultados es un modelo gráfico que cruza dos variables clave:
Con esta matriz puedes ubicarte en uno de los cuatro cuadrantes y reflexionar si estás realmente alineado con el tipo de persona que quieres ser… o si necesitas hacer ajustes.
Estás en el camino correcto. Tus hábitos diarios (planificación, estudio, descanso, ejercicio, foco) están alineados con tus objetivos. Aquí hay consistencia, crecimiento y visión de futuro.
Recomendación: Sigue reforzando estos hábitos y ajusta lo que aún puedas optimizar.
Zona de estancamiento. Procrastinas, duermes mal, no tienes metas claras, consumes contenido sin intención. Los resultados negativos son un reflejo directo de esa inercia.
Recomendación: Haz un diagnóstico honesto y empieza por cambiar un solo hábito. Elige uno sencillo y mantenlo por 21 días.
Progreso silencioso. Estás haciendo lo correcto, pero aún no ves resultados. Aquí vive la frustración del corto plazo. Sin embargo, estás sembrando.
Recomendación: Ten paciencia. Lo que hoy parece invisible, mañana será evidente. La clave está en la constancia.
Éxito puntual, sin base sólida. Puede que estés obteniendo buenos resultados (un ascenso, una nota alta), pero sin una rutina que los respalde. Esto es insostenible.
Recomendación: No te confíes del resultado. Trabaja en construir hábitos que lo mantengan en el tiempo.
Estudiar un máster no es solo una decisión académica, sino un reflejo de una mentalidad de crecimiento. Aplicar esta matriz puede ayudarte a:
Si quieres lograr algo distinto en los próximos meses —un nuevo empleo, un proyecto propio, iniciar un máster o simplemente tener más claridad— empieza por revisar qué haces cada día.
La matriz de hábitos y resultados es tu espejo. No te muestra lo que deseas, sino lo que estás construyendo. Y si no te gusta lo que ves… también es una guía para empezar a cambiar.
En EUDE Business School creemos que los grandes cambios empiezan por los pequeños hábitos. Da el primer paso hacia tu transformación académica y profesional.
Introducción: El valor de reconectar con tu propósito
Cuando el propósito se pierde (y cómo reencontrarlo)
El poder de los pequeños pasos
Tres claves para reconectar con tu propósito
Conclusión: Una invitación al cambio
En el ritmo acelerado del trabajo diario es fácil olvidar por qué hacemos lo que hacemos. Las metas se vuelven tareas, los proyectos se convierten en obligaciones y, sin darnos cuenta, perdemos de vista el motor que nos impulsaba al principio.
El propósito es mucho más que una idea motivadora: es la brújula que nos ayuda a tomar decisiones con sentido, a priorizar lo importante y a mantenernos enfocados incluso en momentos de incertidumbre. Reconectar con él no solo mejora nuestra claridad profesional, sino también nuestra satisfacción y capacidad de liderazgo.
Tomarnos el tiempo para reflexionar sobre nuestro propósito no es un lujo: es una inversión en nosotros mismos y en nuestro crecimiento a largo plazo.
El propósito no se pierde de un día para otro. Es algo más sutil. Llega un momento en el que las metas que antes nos motivaban dejan de emocionarnos, los proyectos parecen rutinarios y las decisiones se toman más por inercia que por convicción. Según investigaciones publicadas en Harvard Business Review, el propósito no es algo estático, sino que evoluciona con nosotros, y revisitarlo periódicamente permite mantenerlo vivo y auténtico.
Las razones pueden ser muchas:
La rutina: cuando el día a día se convierte en un ciclo de apagar incendios, con poco espacio para pensar en lo importante.
La falta de claridad: no tener objetivos claros o un plan de carrera definido nos hace sentir que estamos avanzando, pero sin saber hacia dónde.
El miedo al cambio: preferimos quedarnos en lo conocido, aunque no nos haga crecer, antes que atrevernos a dar un paso hacia lo que realmente queremos.
El exceso de ruido: vivimos rodeados de información, urgencias y comparaciones que nos hacen perder el enfoque en lo que de verdad nos importa.
Reconocer estas señales es el primer paso. Un estudio de la Universidad de Cornell (Woolley & Fishbach, 2018) mostró que quienes tienen claridad en su propósito profesional experimentan menores niveles de estrés y mayor motivación sostenida, incluso en entornos de alta presión.
El segundo, mucho más poderoso, es parar y escuchar. Hacernos preguntas incómodas, pero necesarias:
¿Por qué empecé este camino?
¿Qué me hace sentir realizado hoy?
Si nada cambiara en los próximos 5 años, ¿cómo me sentiría?
A veces, reencontrar el propósito no significa reinventarlo desde cero. A menudo, basta con ajustar el rumbo, redefinir nuestras prioridades o aprender a ver el valor de lo que hacemos desde una nueva perspectiva.
Reconectar con el propósito no es un ejercicio abstracto. Es un acto práctico que empieza con pequeñas decisiones: decir “no” a proyectos que no nos acercan a nuestras metas, dedicar tiempo a actividades que nos inspiran, o simplemente pedir ayuda o mentoría cuando nos sentimos bloqueados.
El propósito no es algo que encontramos una vez y ya está. Es algo que cultivamos día a día, que se adapta y evoluciona con nosotros. Y para mantenerlo vivo, hay que recordarse, con frecuencia, por qué hacemos lo que hacemos.
Cuando pensamos en reconectar con nuestro propósito, solemos imaginar grandes cambios: un nuevo trabajo, un proyecto innovador o incluso un giro radical de carrera. Pero la realidad es que las transformaciones más profundas casi nunca ocurren de un día para otro.
El verdadero cambio empieza con pequeños pasos constantes. No necesitas revolucionar tu vida en una semana; lo que necesitas es crear hábitos que, día a día, te acerquen a lo que de verdad quieres.
La idea de que 21 días son suficientes para empezar a crear un hábito se popularizó gracias al cirujano plástico Maxwell Maltz en su libro Psycho-Cybernetics (1960). Aunque investigaciones más recientes, como el estudio de Phillippa Lally en la University College London (European Journal of Social Psychology, 2009), muestran que consolidar un hábito puede tardar entre 21 y 66 días, el principio sigue siendo el mismo: la constancia diaria transforma nuestra mente y nuestro comportamiento.
Dedicar 10 minutos diarios a reflexionar sobre tus objetivos.
Reservar media hora a la semana para aprender algo nuevo relacionado con tu sector.
Empezar el día con una pregunta clave: ¿qué puedo hacer hoy que me acerque a mi propósito?
Son gestos simples, pero poderosos, porque construyen consistencia. Y la consistencia es lo que, con el tiempo, genera resultados visibles.
Imagina que dedicas 20 minutos al día a fortalecer una habilidad clave para tu carrera. Al final del mes, habrás invertido más de 10 horas en ti mismo. Al cabo de un año, habrás acumulado más de 120 horas de progreso. Ese es el verdadero poder de los pequeños pasos: convertir acciones sencillas en grandes avances.
A veces nos paralizamos porque nos obsesionamos con el objetivo final: el ascenso, el cambio de trabajo, el proyecto soñado. Pero lo que realmente nos transforma es enfocarnos en el proceso diario. El propósito no se alcanza con un salto, sino con un camino. Y cada pequeño paso es una victoria que nos acerca a ese propósito que queremos reconectar.
Reconectar con tu propósito no es cuestión de esperar a que llegue la inspiración. Es un proceso que requiere intención, claridad y constancia. Estas tres claves pueden ayudarte a dar el primer paso:
No puedes caminar hacia tu propósito si no sabes qué es lo que realmente te mueve. Dedica tiempo a identificar qué valores son esenciales para ti y qué momentos de tu vida profesional te han hecho sentir más satisfecho.
Ejercicio práctico:
Haz una lista de tus cinco valores esenciales (como aprendizaje, impacto, estabilidad, innovación o colaboración).
Luego, evalúa tu trabajo actual: ¿cuánto refleja esos valores?
Pregúntate: “¿Qué actividades me hacen perder la noción del tiempo?” y “¿Qué tareas me llenan de energía en lugar de agotarme?”.
El propósito no solo es saber el “por qué”, sino también el “para qué”. Visualizar tu futuro con detalle te ayuda a diseñar un plan más claro.
Ejercicio práctico:
Escribe cómo te gustaría que fuera tu vida profesional dentro de 3 a 5 años.
Define qué habilidades, relaciones o experiencias necesitas para llegar allí.
Divide ese objetivo en micro-acciones semanales que puedas ejecutar desde hoy.
La inspiración sin acción se queda en una idea bonita. Lo que marca la diferencia son los pasos pequeños, pero consistentes, que realizas cada día.
Ejercicio práctico:
Dedica 15 minutos diarios a un hábito que te acerque a tu propósito (leer sobre tu sector, practicar una habilidad, planificar tu semana).
Usa una herramienta sencilla —como un calendario o una app de hábitos— para registrar tu progreso.
Celebra las victorias pequeñas: el progreso se construye acumulando constancia, no perfección.
Reconectar con tu propósito es menos un destino y más un viaje diario. Cada pequeño avance te recuerda que estás alineando lo que haces con lo que realmente quieres ser.
Reconectar con el propósito no es una tendencia pasajera ni un concepto abstracto: es una estrategia para mejorar el rendimiento, la toma de decisiones y la satisfacción profesional. Los líderes más efectivos —desde directivos de grandes corporaciones hasta emprendedores— coinciden en que el verdadero crecimiento comienza con claridad de objetivos y constancia en los hábitos diarios.
Cada pequeño ajuste en la manera en que gestionamos nuestro tiempo, tomamos decisiones o nos relacionamos con los demás nos acerca a un propósito más sólido y sostenible. Y aunque el proceso no ocurre de la noche a la mañana, en apenas 21 días se puede empezar a construir una base de cambio real que se consolida con el tiempo.
El momento de empezar siempre es hoy: con un primer paso, con una reflexión honesta o con la decisión de alinear nuestras acciones con lo que realmente importa. En EUDE Business School te ayudamos a ello. Porque, al final, el propósito no se encuentra, se construye cada día.
Septiembre marca un nuevo ciclo de oportunidades. Tras el descanso de las vacaciones, muchas personas sienten una mezcla de ilusión y ansiedad al volver a la rutina. La clave está en planificar, organizar y ajustar el ritmo para que este regreso no se convierta en una fuente de estrés.
En este artículo de EUDE Business School, te mostraremos cómo:
Prepárate para hacer de este mes un punto de inflexión hacia un final de año más productivo, equilibrado y motivador.
El primer paso para una vuelta a la rutina sin estrés es contar con un plan de acción claro. Este checklist está pensado para ayudarte a organizar tu espacio, planificar tu agenda y recuperar el ritmo de forma progresiva, sin sentirte abrumado.
Un entorno ordenado es el primer paso para recuperar la concentración y el enfoque.
Un espacio limpio y ergonómico reduce el estrés y aumenta tu productividad hasta en un 20%, según estudios de Harvard Business Review.
El caos digital es uno de los mayores enemigos de la productividad. Dedica una hora a poner todo en orden:
Tip EUDE: Mantén una carpeta “Pendientes” para lo que aún no requiere acción inmediata, pero que no quieres perder de vista.
El error más común tras las vacaciones es querer abarcar demasiado. La clave es planificar con objetivos alcanzables:
Ejemplo práctico:
El regreso no debe ser una carrera. Ajusta tu horario y hábitos poco a poco:
Volver a tu ritmo normal en un par de semanas es más sostenible y evita el síndrome postvacacional.
El uso de herramientas adecuadas puede marcar la diferencia en tu organización:
Tip EUDE: Dedica 10 minutos al final del día a revisar tus avances en estas herramientas. Así, empezarás el siguiente con claridad y foco.
Después de las vacaciones, es habitual que el entusiasmo por “ponerse al día” lleve a cometer errores que pueden afectar tanto a tu productividad como a tu bienestar. Detectarlos a tiempo es clave para que tu regreso en septiembre sea más organizado, sostenible y eficiente.
El error: intentar ponerse al día con todo en una sola semana. Esto genera jornadas interminables, agotamiento físico y mental, y una sensación de frustración constante.
Cómo evitarlo:
Por ejemplo, en lugar de responder los 200 correos pendientes de golpe, clasifícalos en tres grupos: urgentes, importantes y rutinarios. Empieza por los urgentes y programa el resto para los siguientes días.
Sacrificar horas de sueño o pausas con la idea de “recuperar el tiempo perdido”. Esto afecta tu capacidad de concentración, tu creatividad y tu estado de ánimo.
Cómo evitarlo:
Según la Fundación Nacional del Sueño, dormir menos de 6 horas reduce hasta un 40% la capacidad de procesar información y resolver problemas.
El error: no diferenciar entre lo urgente y lo importante, lo que lleva a trabajar en tareas poco relevantes mientras las estratégicas se acumulan.
Cómo evitarlo:
Tip EUDE: Usar una herramienta de gestión de tareas como Asana, Trello o Todoist ayuda a visualizar prioridades de manera más clara.
El error: asumir que debes resolver absolutamente todo por ti mismo, incluso cuando tienes un equipo que puede ayudarte. Esto no solo te sobrecarga, sino que también ralentiza el progreso general.
Cómo evitarlo:
Si lideras un proyecto, delega las tareas de seguimiento a un compañero y concéntrate en las decisiones estratégicas.
El error: pasar por alto el impacto emocional del regreso a la rutina. El síndrome postvacacional puede generar apatía, ansiedad e incluso desmotivación.
Cómo evitarlo:
Volver en septiembre no solo implica retomar proyectos, sino también recuperar el control de tu tiempo. Si no gestionas bien tus horas, es fácil caer en el caos, el estrés y la sensación de improductividad. Estas estrategias te ayudarán a trabajar de manera más organizada, eficiente y equilibrada.
La ley de Pareto afirma que el 20% de tus tareas generan el 80% de tus resultados. Identificar esas actividades clave es fundamental para priorizar y enfocarte.
Cómo aplicarla:
Por ejemplo, si trabajas en marketing, diseñar la estrategia del mes puede ser más importante que responder correos internos no urgentes.
El trabajo profundo es la clave para avanzar en tareas complejas sin distracciones.
Cómo implementarlo:
Beneficios:
Contrario a lo que muchos creen, hacer pausas mejora la productividad. El cerebro necesita momentos de desconexión para mantenerse enfocado.
Ideas de pausas activas:
Dato interesante: Estudios del Instituto Nacional de Salud de EE. UU. demuestran que pausas breves cada hora mejoran el rendimiento cognitivo hasta un 15%.
Dedicar unos minutos al inicio y al cierre de la jornada marca una gran diferencia en tu sensación de control.
Al inicio del día:
Al final del día:
El uso de herramientas digitales puede ayudarte a controlar tu tiempo de forma más eficiente.
Opciones recomendadas:
Tip EUDE: Dedica 5 minutos al final del día a revisar tu progreso en estas herramientas. Así sabrás exactamente dónde estás invirtiendo tu tiempo y podrás ajustar tu planificación.
La gestión del tiempo no solo es organización; también es poner límites para evitar el desgaste.
La vuelta a la rutina no tiene por qué ser sinónimo de caos o estrés. Con organización, prioridades claras y una gestión del tiempo eficiente, septiembre puede convertirse en el mes que marque la diferencia.
Recuerda:
En EUDE Business School sabemos que cada septiembre es una nueva oportunidad para crecer. Nuestros programas formativos están diseñados para ayudarte a desarrollar las habilidades que te harán destacar y afrontar cada nuevo ciclo con confianza.
¿Sientes que tu carrera no avanza, que tus días son una rutina sin emoción y que tu motivación ya no es la misma? No te preocupes, no estás solo. Según un estudio de LinkedIn Global Talent Trends 2024, más del 60 % de los profesionales afirma haberse sentido “bloqueado” en algún momento de su vida laboral.
Lo más importante que debes saber es que este estancamiento no es permanente. En la mayoría de los casos, no necesitas cambiar de trabajo de inmediato, renunciar a tu sector o reinventarte desde cero. Muchas veces, el verdadero cambio comienza con pequeños pasos y ajustes diarios, los llamados microhábitos, que acumulados con el tiempo generan grandes resultados.
En este artículo descubrirás:
Prepárate para identificar, actuar y avanzar hacia una versión más enfocada, productiva y satisfecha de ti mismo.
El estancamiento no siempre es evidente. A menudo lo normalizamos hasta que se convierte en una carga emocional y profesional difícil de gestionar. Estas son las cinco señales más frecuentes:
Señal 1: Tu motivación está por los suelos
Si te cuesta levantarte para ir al trabajo, pospones tus tareas o vives los lunes como un castigo, puede que hayas perdido el sentido de propósito en tu día a día.
Microhábito sugerido: Dedica 5 minutos al día a escribir qué aspectos de tu trabajo te generan curiosidad o satisfacción. Con el tiempo, esta práctica te ayudará a redescubrir tu propósito.
Señal 2: Tu aprendizaje se ha detenido
El mundo laboral cambia a una velocidad increíble. Si no actualizas tus conocimientos, corres el riesgo de quedarte atrás.
Microhábito sugerido: Lee una página diaria de un libro, escucha un podcast breve o mira un vídeo formativo de 10 minutos. El aprendizaje continuo no tiene que ser abrumador, solo consistente.
Señal 3: No ves oportunidades de crecimiento
Si llevas tiempo en el mismo puesto y no hay señales de promoción, puede ser que no estés siendo visible o que no estés explorando nuevas oportunidades.
Microhábito sugerido: Dedica 10 minutos semanales a fortalecer tu networking: comenta publicaciones relevantes, envía mensajes de actualización a contactos o participa en foros especializados.
Señal 4: Has perdido claridad en tus objetivos
Si no sabes dónde quieres estar dentro de un año o tres, es difícil tomar decisiones que te acerquen a ese futuro.
Microhábito sugerido: Dedica cada lunes 5 minutos a escribir tu prioridad semanal y revisa tu avance cada viernes.
Señal 5: Te sientes emocional y físicamente bloqueado
El estrés crónico y el agotamiento mental son claros indicadores de que necesitas un cambio.
Microhábito sugerido: Programa pausas activas de 2 minutos durante tu jornada. Son suficientes para reducir el estrés y aumentar la claridad mental.
Responde sí o no a estas preguntas:
Resultados:
Los microhábitos son pequeñas acciones diarias que, al repetirse, crean un efecto acumulativo y transformador.
Microhábitos para el aprendizaje continuo
Microhábitos para el networking
Microhábitos para la productividad
Microhábitos para tu bienestar
El estancamiento profesional no es una sentencia, es solo un estado temporal que puedes cambiar con decisiones conscientes y consistentes. Empieza con algo tan simple como leer una página, planificar tu día en 5 minutos o enviar un mensaje a un contacto. La constancia hará el resto.
En EUDE Business School sabemos que los grandes cambios comienzan con pasos pequeños. Por eso hemos creado el Reto “21 días para crear un hábito, 12 meses para cambiar tu carrera”, una iniciativa pensada para:
Durante 21 días, recibirás consejos prácticos, vídeos breves, entrevistas e infografías descargables que te acompañarán en el proceso.
Porque tu carrera no necesita una revolución, solo consistencia. ¿Te unes al reto?
Introducción
En la era de la inmediatez, es habitual pensar que para cambiar nuestra vida o transformar nuestra carrera profesional necesitamos acciones drásticas: dejar el trabajo, reinventarnos desde cero, cambiar de sector o lanzarnos al emprendimiento sin red. Pero la experiencia y la ciencia del comportamiento nos dicen lo contrario: los grandes cambios no ocurren de la noche a la mañana, sino como resultado de decisiones pequeñas, constantes y bien dirigidas.
Este enfoque, cada vez más popular gracias al éxito de libros como Hábitos Atómicos de James Clear, nos introduce a un concepto transformador: los microhábitos. Son pequeñas acciones que, repetidas día tras día, construyen el camino hacia una mejora significativa y sostenible. No requieren una fuerza de voluntad infinita ni grandes dosis de motivación. Solo necesitan constancia, estructura y claridad.
En este artículo exploraremos cómo los microhábitos pueden ayudarte a construir una carrera sólida, con propósito y en constante evolución. Descubrirás ejemplos aplicables a tu día a día, el sustento científico de su eficacia, y cómo puedes integrarlos para dar un giro a tu desarrollo profesional a partir de hoy.
Un microhábito es una acción tan pequeña que resulta casi imposible fallar al llevarla a cabo. La lógica detrás de este tipo de hábitos es simple pero poderosa: al reducir al mínimo la fricción para empezar, eliminamos las excusas y facilitamos la repetición. Y la repetición es la base del cambio duradero.
Por ejemplo, en lugar de proponerte “estudiar una hora al día”, puedes empezar por “abrir el material del curso y leer una página”. Esa acción mínima activa un proceso mental que, muchas veces, lleva a completar más tarea de la planeada inicialmente. Pero incluso si no lo haces, has cumplido con el hábito. Y eso, repetido en el tiempo, genera consistencia, confianza y progreso real.
James Clear lo resume así: “No te levantas a la cima del éxito profesional de un salto. Lo haces escalón a escalón. Cada microhábito es un peldaño más.”
Uno de los principios más impactantes de Hábitos Atómicos es el concepto del efecto compuesto: una mejora del 1% cada día no parece mucho, pero al cabo de un año te convierte en una persona 37 veces más efectiva que al comenzar.
La razón es matemática, pero también psicológica. Al hacer pequeños avances:
Este enfoque es particularmente útil en el desarrollo profesional, donde muchas veces sentimos que “no tenemos tiempo” para cambiar de carrera, formarnos o crecer. Pero todos tenemos 5 minutos al día para comenzar un hábito clave.
Los microhábitos pueden aplicarse a cualquier ámbito de tu vida, pero su impacto en lo profesional es especialmente potente. Aquí tienes ejemplos concretos y prácticos que puedes adoptar desde hoy mismo:
Microhábitos para el aprendizaje continuo
Microhábitos para el networking
Microhábitos para mejorar tu productividad
Microhábitos para el crecimiento personal
Cada uno de estos hábitos, por separado, parece insignificante. Pero al mantenerlos durante semanas o meses, sus resultados son acumulativos y transformadores.
La eficacia de los microhábitos no es solo una moda de desarrollo personal; está respaldada por décadas de investigación en psicología del comportamiento y neurociencia.
El ciclo del hábito: señal → rutina → recompensa
Charles Duhigg popularizó este modelo en su libro El poder de los hábitos. Cada hábito sigue este patrón:
Diseñar un microhábito significa planear ese ciclo para que sea fácil de ejecutar y motivador.
La repetición crea conexiones neuronales más fuertes. Con el tiempo, un hábito que al principio requiere esfuerzo se vuelve automático. Esto libera energía mental para otros retos más complejos.
Según estudios como el de Phillippa Lally (University College London), se tarda entre 18 y 254 días en automatizar un hábito, dependiendo de su dificultad. Los microhábitos, al ser simples, acortan ese tiempo y facilitan la consolidación.
Iniciar un microhábito no es complicado, pero requiere cierta estructura para aumentar sus probabilidades de éxito. Aquí tienes un método probado en 5 pasos:
Ejemplo: “leer una página” en lugar de “leer 30 minutos”.
Ejemplo: “leer una página justo después del desayuno”.
Ten siempre el libro o el acceso al campus virtual a mano, visible y listo.
Una marca en tu calendario, una nota de gratitud, o simplemente disfrutar de haber cumplido.
Si un día fallas, retoma al día siguiente. Lo importante es el promedio, no la perfección.
Muchas personas comienzan procesos de cambio con grandes objetivos, pero abandonan a las pocas semanas. ¿Por qué? Porque:
Los microhábitos evitan ese ciclo de fracaso porque:
Son la herramienta perfecta para quienes tienen poco tiempo, muchas responsabilidades o han fracasado antes intentando cambiar de golpe.
Con constancia, un solo microhábito diario puede llevarte muy lejos. Aquí te mostramos un ejemplo de evolución profesional en 12 meses gracias a pequeños cambios:
Todo comenzó con acciones tan pequeñas como abrir una app, leer una página o escribir una línea.
Tu carrera no necesita una revolución inmediata, sino una evolución consistente. Los microhábitos te ofrecen una vía realista, sostenible y poderosa para lograrlo. Al centrarte en el progreso en lugar de la perfección, puedes transformar tu manera de aprender, trabajar, liderar y crecer.
No necesitas cambiar todo tu mundo en una semana. Solo tienes que dar un paso pequeño hoy… y repetirlo mañana. Con el tiempo, esos pasos se convertirán en una nueva forma de vivir tu carrera.
Por eso, desde EUDE Business School, este mes de septiembre lanzamos el reto “21 días para crear un hábito, 12 meses para cambiar tu carrera”. Una iniciativa pensada para ayudarte a incorporar microhábitos clave que impulsen tu desarrollo profesional.
Durante el mes compartiremos contigo:
Será el inicio de un camino de transformación que no depende de grandes decisiones, sino de acciones pequeñas y constantes. ¿Te unes al reto? Este septiembre empieza tu nueva carrera, paso a paso.
Estás listo? ¡Septiembre será tu mes!
En el competitivo mundo de la gestión de proyectos, las certificaciones son, sin lugar a dudas, una herramienta clave para destacar en el mercado laboral. De hecho, dos de las certificaciones más reconocidas a nivel mundial, ofrecidas por el Project Management Institute (PMI), son el Project Management Professional (PMP) y el Certified Associate in Project Management (CAPM).
Pero ¿cuál de ellas es la más adecuada para tu carrera? En este artículo, exploraremos las diferencias, requisitos y beneficios de cada certificación para que puedas tomar una decisión informada y estratégica.
El PMP es una certificación avanzada dirigida a profesionales con experiencia comprobada en gestión de proyectos. Por lo tanto, es ampliamente reconocida como un estándar de excelencia en la industria, ya que valida las competencias de un gestor de proyectos en áreas clave como la dirección, ejecución y entrega de proyectos.
Requisitos principales:
Ventajas del PMP:
Por otro lado, el CAPM es una certificación de nivel inicial diseñada para profesionales que buscan iniciar su carrera en gestión de proyectos. Está especialmente orientada a quienes desean construir una base sólida en términos de metodologías y conceptos fundamentales.
Requisitos principales:
Ventajas del CAPM:
En resumen, la elección entre PMP y CAPM depende de tu nivel de experiencia, tus objetivos profesionales y tu situación actual. Si ya tienes experiencia liderando proyectos y buscas avanzar hacia roles más estratégicos, el PMP puede ser la mejor opción. Por el contrario, si estás empezando tu carrera o deseas adquirir conocimientos básicos en gestión de proyectos, el CAPM es un excelente punto de partida.
En cualquier caso, ambas certificaciones ofrecen un retorno de inversión significativo y pueden ayudarte a destacar en un mercado laboral competitivo. Por eso, evalúa tus metas, recursos y trayectoria profesional para tomar una decisión informada. ¡Recuerda que cualquier paso hacia la certificación es un paso hacia el crecimiento profesional!
¡Da el siguiente paso en tu carrera con EUDE Business School! Si estás considerando obtener una certificación PMP, aquí podemos ayudarte a alcanzar tus objetivos profesionales.